Vinieron los vecinos y le decían al anciano: Mire que desdicha, ahora sin caballo.
Y el les respondía: "Puede ser una desdicha o una dicha".
A los pocos días apareció el caballo seguido de una manada de caballo salvajes y todos fueron a parar su corral. Ahora tenían varios caballos.
Vinieron los vecinos y le dijeron: Mire que dicha, ahora tiene varios caballos.
Y el volvió a responderles: "Puede ser una dicha o una desdicha".
No tardo el hijo en comenzar a domesticar los caballos recién llegados. Pero sufrió un caída de uno de ellos que le produjo una fractura.
No tardaron en venir los vecinos y le decían: Mire que desdicha, ahora su hijo no puede ayudarlo.
Y el anciano, como siempre sereno, les reitero: "Puede ser una desdicha o una dicha".
No pasaron dos días del fatal accidente y vino el ejercito recogiendo a todos los jóvenes de la aldea para llevarlos a una guerra. El único joven excluido fue el hijo del anciano. Los vecinos no fueron a verlo esta vez. Aprendieron su lección.
Las cosas han de tomarse con serenidad, con objetividad y viéndolas como una oportunidad para crecer, aprender y seguir adelante. Vencer los obstáculos hace la vida ser vida.
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